miércoles, 31 de marzo de 2021

Extrañar.

Extrañando el teatro, las salas, los ensayos, ¡a mi elenco maravilloso y tan amado! Extrañando la magia de vivir a través de las vidas de esos seres que aparecen en el escenario. Nos han robado todo. Extrañando, extrañando, extrañando. Pero volveremos, claro, porque, ¿qué sería de nosotros sin todos nosotros?

Acá un fragmento de "Mi vida toda", que volveremos a hacer, no tengo dudas.












Sara: Voy al supermercado y compro jamón. No me gusta el jamón. No como jamón. Pero antes compraba jamón. Magro y sin sal desde que a Alejandro le salió colesterol en los análisis, y la hipertensión... Colesterol, hipertensión. “Te estás poniendo viejo”, le dije, cuando volvíamos del médico. Y él: “más vieja sos vos y no te pasa nada de esto”. Son diez años de diferencia, tampoco es tanto, pero me dolió que lo dijera. Él estaba enojado. Cuando nos fuimos a vivir juntos, no se notaba. Después se empezó a notar: él envejeció más rápido. No sé si del cuerpo, pero envejeció. Héctor, que ya era bastante mayor, se dedicó a envejecer con convicción junto a él. Llegaba a casa y estaban los dos en el sillón. Alejandro leía, Héctor dormitaba. La imagen de la desolación... (Suspira con cansancio) Sigo comprando jamón, por pura costumbre y porque si voy al supermercado y no compro jamón al menos una vez por semana, me siento sola. Esa es la verdad, ¡seré estúpida! Pero lo regalo. A veces a la vieja que cuida coches acá abajo. Otras a alguna de mis actrices, una semana a una, otra semana a otra, para que no piensen que hago favoritismos. Y ahora, a veces, lo pico y lo dejo bajo la ventana, en la terracita. Cuando vuelvo, el jamón desapareció. Así que el gato que no está vendrá a comérselo, digo yo, o las palomas, no sé. Una necesita atarse a algunas rutinas. Comprar jamón, por ejemplo. Sí, soy rara. Son años comprando jamón: no puedo, de buenas a primeras, cambiarlo todo. No puedo. Alejandro, no, jamón, sí. Y es por esas cosas que una se mantiene viva. No importa lo que digan.