martes, 19 de abril de 2022

El parlamento uruguayo y la salud mental.

 




De lo que no estamos hablando es del estado de la salud mental en nuestro parlamento. Hablemos de eso. Hablemos de Graciela Bianchi, por ejemplo, que parece una actualizadísima y mediática Lady Macbeth, completamente loca pero incapaz de ver las manchas de la culpa en sus manos sino en las de todos los demás. ¡Ah! Es una obra de teatro en sí misma. Me la imagino mascullando maldiciones por el Salón de los Pasos Perdidos, destilando veneno y odio y se me cae la baba dramatúrgica. Y, si no, tenemos a Domenech, de Cabildo Abierto, dando un discurso sobre la Virgen María el 8 de marzo ¡en el parlamento! Dijo, y bien clarito, que en el día de la mujer él quería homenajear a la Virgen María, claro ejemplo del "ser mujer". Una mujer como Dios manda, obvio. Fue el año pasado, no éste, pero de todos modos la situación se comenta sola y no tengo nada que agregar, aparte de que estoy seguro de que Batlle y Ordóñez está tiritando de asco en su presidencial tumba. Viendo eso, recuerdo, me quedé esperando a que alguien alzara su voz para homenajear a Galadriel, reina de los elfos de El Señor de los Anillos, pero el estupor de la parte más o menos pensante de la Cámara de Senadores fue tal, que nadie pudo decir nada. Me pareció una injusticia. Y, claro, el pobrecito de Pepe sigue tiritando de espanto en su presidencial tumba.

Y ahora, hace unos días, la diputada Monzillo, también de Cabildo Abierto, qué sorpresa, presentó un proyecto de ley para PROHIBIR EL USO DEL LENGUAJE INCLUSIVO EN INSTITUTOS DE ENSEÑANZA Y EN TODA LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO.
El Parlamento uruguayo está tocando fondo. Al decir de una amiga con amplísima experiencia parlamentaria, el Parlamento se parece cada vez más al patio de un manicomio. Y, me conocés: no hay ni un atisbo discriminatorio en lo que digo. Es más, estoy bastante en contra de la institucionalización del enfermo mental, pero eso no quita que haya que hacer algo cuando la enfermedad mental se presenta de manera tan esplendorosa. No te digo que tapiemos el Palacio Legislativo con todos adentro, para nada, pero por lo menos mandémoslos a terapia, al fin y al cabo, esta gente es la misma que está a favor de la internación compulsiva de dementes y adictos.
Pero quedémonos unos instantes en el caso Monzillo, a la que, pobre, el odio ciega tanto que la hace incapaz de ver el disparate carrolliano que desprende su proyecto. Es incapaz de darse cuenta de que su "idea" la convierte en una suerte de Humpty Dumpty perverso que cree que la lengua se puede controlar con leyes. Una ley que, en su afán punitivo y militarista, prevé incluso suspender la libertad de cátedra para que nadie pueda escapar del castigo. Uf... De ahí a suspender la libertad de expresión, un paso. De ahí a sacar leyes que regulen largos de pelos y polleras, un paso.
De todos modos, ¿cómo espera esta mujer que una ley impida que la gente, en cualquier ámbito, hable como cornos se le dé la gana? En fin... Es tan estrecha de miras su idea que hasta da ternura por lo ingenua. Sería mucho más útil que hiciera un proyecto de ley para ayudar a los periodistas y noteros de la tele a hablar mejor, porque lo cierto es que la decadencia del lenguaje en los medios de comunicación es, seguramente, más responsable de la pérdida general de calidad de la palabra que unas cuantas "e" aquí y allá. Hoy mismo escuché a una notera del 12 decir, textualmente, "vemos a muchos jóvenes haciendo uso de esta nueva medida que tiene que ver con el no uso del tapabocas". ¿Hay necesidad? Monzillo, mejor proponga una ley que cree unos buenos cursos de retórica para zafar del "todo lo que es", del "lo que sería", del consuetudinario uso de "poder" como verbo auxiliar para lo que sea y del "hubieron" que he escuchado decir, últimamente, hasta a algunos de los más mejores bien hablados de nuestros periodistas. Digo, si es preocupación por el idioma, todo esto me parece más grave y terrible, igual que la paulatina desaparición del modo subjuntivo y, por supuesto, la contumaz falta de respeto a la concordancia verbal. Pero de eso la ley de Monzillo no dice nada porque le parece más peligroso el "todes". ¿Por qué? Porque el "todes" es político y porque las feministas tienen la subversiva tendencia a usarlo. Y porque la Monzillo cree que algunos hombres matan mujeres "por exceso de amor". Ahí está explicada toda su mirada sobre la vida. Lo que menos le importa es la gramática. Por si fuera poco, la misma Monzillo recomienda regalarle cámaras a los hijos varones para que se filmen cuando tienen sexo y así prevenir las falsas denuncias de violación. El odio. Es el odio, no la gramática. Tremendo.
Cabildo Abierto es militar y militarista. Ahora tratan de meter una ley para amordazar a la gente (¡¡¡Justo cuando nos liberan del tapabocas!!!!), luego será una para el largo de los pelos de los varones y el de las polleras de las mujeres. Así está el Parlamento: tocando fondo. La Salud Mental faltó con aviso en este período parlamentario. ¡Socorro!