viernes, 15 de diciembre de 2017

A propósito de "SEIS, todos somos culpables"

Mi obra "Seis, todos somos culpables" está haciendo, de la mano del director venezolano Pablo Andrade y un maravilloso grupo de actores, un recorrido más que interesante en EEUU, donde se ha ganado ya varios premios, incluido uno para mí a mejor texto del festival Fuerza Fest. Pero también ha cosechado premios a mejor actriz, actor, espectáculo y director, no sólo en el mencionado festival, sino también en los premios otorgados por  HOLA (Hispanic Organization of Latin Actors) y, por si fuera poco, hace unos días obtuvo nominaciones para los ACE Awards (Asociación de cronistas del espectáculo de Nueva York), que se entregan en el 2018. Todo es muy fuerte y me hace sentir muy orgulloso. Quería compartir aquí, y a la luz de lo que está pasando con "SEIS", fragmentos de entrevistas que me realizaron estudiantes de la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático) que, hace unos meses, debieron presentar un trabajo escrito sobre la puesta original de la obra en Uruguay. Estos jóvenes me pusieron a pensar sobre las cosas que ocurrieron en torno a la obra en mi país y sobre lo que a mí, como creador, me pasó y sentí mientras la escribía. Muchas gracias a ellos, porque me obligaron a revisar mi proceso.  Estamos en un momento de nuestro país en el que el embate de los conservadores se pone más agresivo cuantos más avances hay en materia de derechos. Así que me ha servido lo de responder a las preguntas para refrescar, en mí mismo, ciertos conceptos. Cuando la obra se estrenó a principios del 2014, lo hizo como un grito colectivo que pedía justicia por las chicas trans asesinadas entre el 2012 y el 2013, pero pedía también solidaridad y empatía.  El reclamo sigue vigente, porque a pesar de los avances legales, falta justicia, falta solidaridad y falta empatía. Y sólo uno de los seis asesinatos fue resuelto.  En fin... Traté de elegir entre las muchas preguntas que me hicieron cada uno, de manera de no repetir conceptos. Comparto algunos afiches que usamos, algunos promocionales y también el afiche de la puesta en Nueva York. Y aprovecho para homenajear a actrices, actores y director de la puesta original a través de algunas de las fotos de Alejandro Persichetti, porque sin ellos, esto que está ocurriendo jamás hubiera sido posible.

  

Del cuestionario de Natalia Pintos


Con respecto al armado de la obra escrita, ¿qué lo impulsó a escribir "6seis, todos somos culpables"?

En el 2010-2011, con Fernando Rodríguez Compare, veníamos conversando sobre una evidente escalada del conservadurismo como respuesta al activismo LGBTQI, y decidimos que teníamos que hacer claro activismo desde el teatro. Eran años en los que se comenzaba a discutir seriamente la ley de matrimonio igualitario, al mismo tiempo que se popularizaban palabras como "bullying" y empezaban a sonar en los medios otras como "homofobia" y "transfobia". Nuestra primera intención fue conseguir los derechos de unaobra norteamericana, "The Laramie Project" (El proyecto Laramie), sobre el asesinato, en 1998, del joven Matthew Shepard, apaleado y atado a una cerca en Laramie, una pequeña ciudad de EEUU. Un crimen de odio: fue asesinado por ser gay. Pero los derechos de la pieza estaban muy fuera de nuestro alcance, y cuando pensábamos qué hacer, en marzo del 2012, muere en Chile Daniel Samudio en condiciones similares a las de Shepard. Comenzamos nuestras pesquisas y estábamos por irnos a Chile a investigar in situ cuando en Uruguay comienzan los asesinatos de chicas trans. Ante este hecho, decidimos quedarnos y tratar ese tema específico. La cuenta, a diciembre del 2013 era de seis chicas trans asesinadas. La obra estrenó en febrero del 2014 y para ese entonces la cuenta ya era de siete, porque había sido asesinado también un chico trans, pero como nos concentramos en los primeros seis casos, las chicas, la obra se llamó "SEIS, todos somos culpables". Básicamente, lo que nos llevó a este trabajo fue nuestra necesidad de dar respuesta, desde el arte, a eso que ocurría, y ocurre, en nuestra sociedad.

¿Qué aspectos tuvo que tener en cuenta para el armado de la misma? Me refiero a aspectos tales como tener cuidado de hablar de temas en particular, como plantearlos en el texto y todo aquello que usted considera un "obstáculo" a superar.

Fue un trabajo que empezó un par de años antes de que los textos de "SEIS" vieran la luz. Porque con Fernando comenzamos a prepararnos leyendo mucha teoría, historia de la homosexualidad y sus manifestaciones en los distintos ámbitos y épocas, estudiar mucho sobre homofobia y transfobia, y ese fue un proceso que hicimos mientras nos planificábamos para tratar el caso de Chile. Luego, cuando decidimos tratar los casos uruguayos, se trató de contactar a referentes LGBTQI, a personas allegadas de una manera u otra a las víctimas y relevamientos exhaustivos de la prensa. Estas últimas instancias de la investigación previa la hicimos junto con los actores, aún sin tener el texto y sin tener muy claro cuál iba a ser la forma de nuestro espectáculo. Lo primero que tuve que aprender fue a dejar de lado mi dolor por todas esas situaciones, porque, quedó claro desde un primer momento, afectaba mi ecuanimidad. Mis primeros intentos de escritura fueron claramente sesgados y, por momentos, hasta vengativos respecto a  los asesinos, lo cual, también quedó claro rápidamente, empañaba el mensaje que queríamos dar. Después tuve que tener en cuenta todo lo aprendido en los libros acerca de la homosexualidad y la homofobia y transfobia para, de una manera u otra, incluirlo en la pieza sin dar la sensación de estar dando clase. Le huimos al didactismo todo el tiempo, aunque en el prólogo a la obra hay un número de comedia donde se cuentan, humorísticamente, las distintas teorías acerca de la homosexualidad. También hubo que tener mucho cuidado con algunos de los aspectos de los asesinatos que queríamos contar, porque muchos de ellos fueron relatados a nosotros en régimen de confidencialidad. Además quisimos incluir las visiones de los actores acerca del tema, por lo que se trabajó mucho con ellos para llegar a ideas claras acerca de los sentimientos de todos que, luego, volcamos en el texto y la puesta. "SEIS" es un trabajo orgánico, texto, puesta y dirección de actores fueron surgiendo juntos, como un exprimido del trabajo de todas las partes involucradas. Se puede decir que trabajé con dos dramaturgistas (el propio Fernando y Alicia Dogliotti), que me ayudaron, todo el tiempo, a no perder de vista el fondo filosófico del tema y su tratamiento, mediante consejos y sugerencia de lecturas, películas y músicas.

¿Considera que son necesarias más obras referentes a este tipo de teatro de acuerdo al contexto en el cual estamos viviendo?

Sí, son necesarias. De hecho, muy necesarias. El avance del conservadurismo (o neo-conservadurismo) es realmente preocupante. Todos los días leemos acerca de manifestaciones en contra de los logros en materia de derechos de las minorías sexuales: encendidos discursos en contra de la ley de matrimonio igualitario, marchas en contra de enseñar ciertas cosas en los centros de estudio, diputados que dicen que si ganan las elecciones van a poner en cuestión toda la agenda de derechos, la llegada al parlamento de portavoces de iglesias evangélicas recalcitrantes y diferentes voces de diferentes partidos que suman confusión al intercambio de ideas insinuando o diciendo directamente que los derechos que se les dan a, por ejemplo, los gays, son derechos que le quitan a los heterosexuales o, como les gusta decir, los "normales", cosa que es una flagrante mentira. Entonces creo que sí, que hay que trabajar estos temas en el arte, porque si bien es cierto que el arte no va a cambiar al mundo, sí tiene el poder de remover las conciencias y propiciar la reflexión.

¿Qué tipo de investigaciones utilizó para encarar la obra? ¿Realizó entrevistas con las familias de las víctimas involucradas en donde usted basa su proyecto? En el caso de que la respuesta a esto último sea afirmativa, ¿podría contarme como le resultó la experiencia y qué aspectos le llamaron la atención de la misma?

Como te dije,  implicó mucha lectura de estudios psicológicos, filosóficos e históricos en torno a la homosexualidad y la transexualidad. Consultas con distintos psicólogos (por lo menos tres y en diferentes instancias del trabajo). Las trans asesinadas, menos una, no tenían contacto con sus familias, pero pudimos hablar con allegados. Y hablamos mucho con una referente LGBTQI, Collette Spinetti, que en su momento fue algo así como la representante y acompañante de la madre de una de las chicas asesinadas, único caso en el que estuvimos cerca de un familiar de una de las chicas. Y a eso hay que agregarle el trabajo sobre mí mismo. La verdad es que fue un proceso muy duro. Si bien yo mismo padecí mucho acoso escolar (en la escuela y el liceo), hay realidades que superan con creces cualquier cosa que uno pudiera haber vivido. Fue muy doloroso tomar conocimiento del nivel de indefensión y desprotección en el que viven algunas personas. Me obligó a revisar mi historia y poner en cuestión algunas cosas que sentía respecto a cosas vividas. Ante la magnitud de la injusticia contra la que han tenido que batallar algunas personas, lo que yo viví, de pronto, me pareció casi irrelevante. Yo tuve una familia que, con aciertos y errores, me apoyó y me cuidó. Estas mujeres asesinadas de las que se ocupa "SEIS" no tuvieron a nadie y terminaron, valga la pena la obviedad,  muertas. Murieron asesinadas, claro, pero de fondo lo que ocurrió es que murieron de soledad: no hubo familia para apoyar y sostener y, quizás peor, el Estado ni se enteró de su existencia hasta que no las tuvieron en un expediente penal con certificado de defunción. E incluso entonces la prensa y el propio Estado las negaron llamándolas con sus nombres de nacimiento, tratándolas de "travestis", "trabajadores sexuales", etc, etc. Darte cuenta de esas cosas te cambia la manera de ver tu propia historia y el mundo.

¿Considera que esa obra marcó un antes y un después en su vida?

Sí, absolutamente. Ya lo dije, pero lo aclaro: esta obra me obligó a poner en cuestión la percepción de mi propia experiencia. Marcó el fin de una etapa en lo personal y humano, y el comienzo de una nueva, que se manifiesta, me parece, sobre todo en mi "yo creador". Desde "SEIS", mi estilo y temas de trabajo adhieren con claridad al feminismo y tocan la denuncia como es el caso de "Día 16", "La bondad de los extraños" y, la más reciente, "El mar". También hay activismo LGBTQI en mi obra "Tal vez tu sombra", donde se busca contar una historia en la que, a ojos del espectador, se "naturalicen" los vínculos homosexuales. Los protagonistas de esta obra son todos gays, pero la palabra "gay" ni ninguna de sus parientes aparecen jamás en la obra, porque no eran importantes a la hora de contar la historia que quería contar.
  
Al momento de ver la representación realizada por el director Fernando Rodríguez Compare, cuál fue su primera sensación? ¿Imaginaba ese tipo de representación de su texto, o se quedó con ganas de más?

Bueno, en realidad, como participé de todo el proceso y fui a muchos ensayos, lo que el estreno significaba era más bien la puesta del punto final. Así que luego del estreno me sentí aliviado más que otra cosa. No me llevé ninguna sorpresa aparte de la respuesta del público. Luego nos quedamos muy contentos por las repercusiones de la obra porque nos dimos cuenta de que estábamos logrando el cometido que nos habíamos propuesto: ampliar conciencias, hacer empatizar al público con las historias en torno a las asesinadas y, por extensión, con las propias asesinadas, y provocar una reflexión general en torno a las cuestiones de derechos humanos para las minorías sexuales. 

Sé que no fue la primera obra suya que representaron, pero, quisiera preguntarle algo que me llama mucho la atención: ¿cómo es la primera reacción de Federico Roca como espectador después de ver su material sobre el escenario? Me refiero a cualquier tipo de material, no solamente con esta obra. En niveles generales, ¿siempre se lleva buenas impresiones sobre las representaciones de sus trabajos o hubo alguna vez en que fue "decepcionado"?

Es difícil esta pregunta. Decepcionado creo que nunca. Sí he pensado que, quizás, yo hubiera hecho alguna cosa de alguna otra manera. Pero soy un escritor que, menos en el caso de "SEIS", trata de involucrarse lo menos posible en los procesos de puesta de las obras. Si me llaman, estoy, por supuesto, participo si me lo piden. Pero entiendo que no es bueno para el director ni los actores, la presencia del escritor en los ensayos, porque el escritor condiciona, puede llegar a generar culpas o incomodidades. Así que en general opino si me piden opinión. Y no voy a los ensayos. El teatro, como lo veo yo, es una cuestión colectiva, y creo firmemente que, como escritor, debo dejar espacio para que el otro cree a partir de mi creación. El texto no debería ser tirano y, por ende, tampoco el escritor. Si pensara eso, dirigiría mis propias obras, pero no soy director. Por supuesto, esto involucra un riesgo muy grande: pueden llegar a hacer cualquier cosa con un texto mío. Es por eso que en los últimos años me he acotado a un grupo muy pequeño de directores aquí en Uruguay, gente a la que le tengo toda la confianza y con la que, gracias a los años de trabajo en conjunto, sobran las explicaciones a la hora de entregarles un texto. Pensá que, sin contar mi trabajo en el medio audiovisual, "El mar", que estrené este año, es mi obra estrenada número 13. En el caso de mis directores de confianza, me conocen tan bien a mí como escritor y persona, que no hemos tenido, jamás, un problema. Al contrario, su trabajo hace lucir mis textos. No estoy contando las muchas puestas de mis textos en el exterior, donde, aunque quisiera, no podría tener control sobre lo que ocurre en el escenario y mis textos. Pero he sido afortunado en eso y no tengo quejas. Sí me ha pasado, por ejemplo, de un director que quiso cambiar el final de una de mis obras y lo discutimos mucho y terminé aceptando su visión, porque me parecía válida independientemente de lo que yo pensara. Uno debe manejarse con cierta coherencia. Yo mismo he hecho adaptaciones de Shakespeare donde para nada tomé en cuenta lo que el pobre William pudiera tener que decir al respecto. Si bien tener al autor vivo es a veces una ventaja, trato de comportarme como un autor muerto. Lo justo es justo. Igual estoy en proceso de modificar esa conducta y ver la manera de involucrarme más en las puestas, sin coartarle la libertad a nadie.

A los personajes, al verlos en la representación de Fernando, ¿los imaginaba así? Sé que la respuesta va a ser que no porque la imaginación es un disparador absolutamente personal, pero a lo que voy es que si dentro de lo que usted imaginaba como personaje tal, en la obra, ¿lo deja conforme o no?



Los imaginaba así porque los imaginamos juntos, Fernando, el actor o actriz y yo. Mi trabajo fue poner en papel lo que nos imaginábamos juntos. Adaptar la idea a la sensibilidad del actor o actriz. Desde ese punto de vista quedé más que conforme, porque, luego de que los textos estuvieron listos, cada actor pudo ser muy personal en cada texto que le tocó. Fue una fiesta para todos. Una fiesta trabajosa, dolorosa, extenuante, pero fiesta al fin. 


¿Cuál considera que fue el disparador principal para encarar este trabajo?

El peligroso avance del conservadurismo y sus manifestaciones extremas, como el asesinato. 

Al momento de ver la obra, ¿se vio reflejado usted mismo (en aspectos generales) con algún personaje de la obra?

De hecho yo estoy en la obra. Mi propia historia está contada en la obra. Aparece mi madre y aparezco yo. Son dos de los primeros personajes. Esto no fue capricho mío. En todos los trabajos previos, una de las propuestas del director fue que cada uno escribiera su historia vinculada a la homosexualidad. Yo conté la mía y luego Fernando decidió que esa historia tenía que formar parte de la obra porque retrataba muy bien lo que ocurre en algunas familias. Fue muy loco para mí escribirme y ficcionarme y fue muy demencial escribir a mi madre. Como detalle anecdótico te cuento que mi madre, alertada por mis hermanos de que aparecía en la obra y en ese contexto, demoró mucho tiempo en ir a verla. Y cuando fue, lo hizo con mucha reticencia. Le encantó la obra y la experiencia fue muy sanadora para ambos.

¿Suele ser un profesional al cual le influyen de alguna manera u otra las críticas a su trabajo?

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Depende de la crítica. Hay críticas bien intencionadas y hay de las otras. Yo recibo todo siempre con mucho respeto, pero pongo distancia. No me amargan las malas críticas. Sí me dolían al principio de mi carrera como dramaturgo. Pero después aprendés que una crítica es la visión de una persona y, como tal, es respetable pero uno elige si la toma en cuenta o no. Igual he crecido con algunas críticas. Hay críticas que te hacen reflexionar. Sobre todo cuando están fundamentadas. Tengo un par de lectores "calificados" que leen casi todo lo que escribo antes de sacarlo al ruedo y tomo muy en cuenta sus opiniones, porque yo las pido y porque son de gente de mi confianza a los que respeto muchísimo. Fernando, por ejemplo, lee prácticamente todo lo que escribo y me opina sin pelos en la lengua, y yo agradezco mucho eso. También Alicia Dogliotti, o mi esposo, Martín, y nuestra hija, Emilia, que son muy honestos conmigo también. Busco hacer eso mismo en las oportunidades en las que otros autores me buscan para que opine sobre lo que escribieron o están escribiendo, o cuando me convocan como "coach" de dramaturgia o para que haga un “acompañamiento creativo” de un proceso de escritura. Ayudar, orientar, apoyar, abrir puertas sensoriales, estar ahí, porque el proceso creativo es una materia muy frágil que hay que cuidar mucho.

En el libreto aparece claramente un número musical que es con el cual abre el espectáculo, mi pregunta con esto es, ¿está conforme con cómo se presentó a los personajes en el mismo?

Sí, muy conforme, porque la idea era abrir con humor y mostrando, desde la parodia, lo que la población LGBTQI vive a diario: la discriminación, las burlas, la incomprensión, los insultos. El principio de la obra es paródico y, como tal, funcionó perfectamente. Además de que el principio de la obra es un guiño buscado al trabajo de las “drag queens”.

Personalmente, ¿considera que fue una buena elección de actores para encarar estos personajes?

Sí, muy conforme también. Un elenco soñado para esta obra, conformado por Alicia Dogliotti, Lucía García, Sebastián Cardozo, Nino Márquez, Anselmo Hernández y Fernando Amaral. Divinos todos.  Además, como el trabajo con ellos fue de exactamente un año, hubo tiempo de llevar a todo el mundo hacia un "estado" acorde con la visión de la obra y su puesta tomando en cuenta los sentires de cada uno.
Lucía García

Anselmo Hernández

Fernando Amaral




Viendo la repercusión del espectáculo, ¿hay algo que le gustaría modificar del mismo?

Bueno, ahí es cuando el público tiene la última palabra. La obra gustó mucho en general. Yo, personalmente, acortaría algunas de las escenas. Pero funcionaba, y muy bien,  así como quedó.

¿Alguna crítica que le haya llamado la atención?

Sí: se alzaron algunas voces diciendo que la obra era panfletaria. Lo cierto es que la obra era de todo menos panfletaria. La obra mostraba historias, pero no opinaba directamente sobre ellas. Es decir: la obra nunca te decía qué pensar acerca de lo que estabas viendo ni te daba clase. Eso es lo que, específicamente, hace que la pieza no sea panfletaria. Alguna vez me dijeron que sólo poníamos la visión de los afectados, que sólo nos poníamos en el lugar de las víctimas, es decir, las asesinadas. Bueno, no es tan así, porque de hecho las asesinadas no aparecen en toda la obra, sólo al final y para decir una frase muy metafórica cada una (en una obra que duraba una hora y media). Más bien nos ocupamos de cómo afectaron las muertes en los que quedaron vivos: padres, amigos, vecinos... Pero, de todos modos, ¿debía ponerme en el lugar de los asesinos? ¿Por qué? No hay justificación para el asesinato. El asesinato está mal. Siempre. Y lo que es panfletario es la muerte en sí misma. El asesinato es panfletario, porque no pide la opinión del asesinado. Pero no lo que nosotros hicimos. Mi conclusión fue, y lo confirmé cuando el estreno de "Día 16" (sobre la violencia de género) que esos comentarios eran, en realidad, una manifestación del conservadurismo, con su desprecio específico por lo trans. 




Del cuestionario de Manuel Umpiérrez.


¿Crees que la obra logró su cometido reivindicativo?  

Nino Márquez
Creo que aportó a la discusión, a la difusión y al conocimiento de realidades que, generalmente, nos tocan de lejos. Y digo "de lejos" porque, aparentemente, la población trans del Uruguay no llega a las 1000 personas. El Estado no sabe con exactitud cuántas personas trans tiene en su población. Hay una aproximación, pero no tiene idea. No han hecho, nunca, un relevamiento serio y completo. Esa ausencia de relevamiento serio es una grave omisión, porque la población trans requiere cuidados específicos por parte del Estado, porque es una de las poblaciones más vulnerables: la mayoría son rechazados por sus propias familias y condenados al ostracismo familiar y, por ende, a la soledad; viven por debajo de la línea de la pobreza y la mayoría no tiene otra salida laboral que no sea la prostitución, con todos los riesgos de salud asociados. Le pese a quien le pese, lo cierto es que la población trans es vulnerable de toda vulnerabilidad. No estoy seguro de si  "SEIS" logró su cometido reivindicativo, porque, pienso, si eso hubiera sido así, algunas leyes habrían sido aprobadas más rápido. Pero lo cierto es que sí logró remover conciencias y aportar al debate y la reflexión. Tengo la anécdota de dos alumnos que, antes de decir en sus casas que eran gays, llevaron a sus padres a ver la obra. O sea, yo tengo al menos dos casos de personas a las que la obra les dio la fuerza para "salir del armario" en el ámbito familiar y que recibieron de sus padres todo el apoyo que pudieran estar necesitando porque, viendo la obra, pudieron, los padres, empatizar con esos seres  descastados, discriminados, denigrados y entender que lo importante es la persona. Tuve la oportunidad de hablar con la madre de uno de mis alumnos que me dijo que sin "SEIS", el proceso de "reconocer" a su hijo habría sido más arduo para todos. Si hablaras con cada uno de los que participaron en la obra, todos tienen anécdotas parecidas. Y está todo lo que vivimos, Fernando y yo, parados en la puerta del teatro todas las noches por si alguien nos quería decir algo. Y nos dijeron. Así que en un punto, sí, la obra logró cosas.
Sebastián Cardozo

Alicia Dogliotti

¿Encuentras alguna relación entre el fenómeno dictatorial, su ruptura y la concepción de diversidad sexual actual ? 

Bueno, la dictadura uruguaya fue una gran negadora y persecutora de las diversidades sexuales, poniendo en ello mucha saña y violencia. Por eso, entre otras cosas como la histórica omisión del Estado, hoy se discute en el parlamento la "Ley integral trans". La ruptura del régimen dictatorial lo que provocó fue una mayor libertad de expresión y discusión, pero aún así las razzias fueron una realidad hasta entrados los 90. Y si bien las organizaciones LGBTQI se mueven con creciente visibilidad desde fines de los 80, la ley del matrimonio igualitario se aprobó recién en el 2013. Es decir: el Estado no ha movido, en realidad, un dedo. Los logros se han concretado por el activismo y la presión social de los colectivos, que hicieron que el Estado no pudiera seguir negando la realidad. El Estado ha respondido al activismo, pero no ha tenido la iniciativa nunca, porque siempre ha creído que los gays y los trans lo son porque quieren. Sigue habiendo gente que cree que se es gay porque se quiere serlo o que la homosexualidad se contagia por visionado, es decir, si sos una niña y ves a dos mujeres besándose, ¡zas!, lesbiana en puerta. Sigue habiendo ignorancia y lo cierto es que el Estado promulga leyes pero no se ocupa de la educación. No hay una verdadera política de Estado respecto a las minorías sexuales, frenado, muchas veces, por los lobbies conservadores. Se dan eventos aislados, una ley, dos leyes, poco más. La diferencia con el régimen dictatorial es que ahora la diversidad está empezando a mostrar el alcance de su "diversidad". Antes eran la gente común y los putos. Y no digo las lesbianas, porque, ley del patriarcado, las mujeres no tienen derecho ni a ser lesbianas, así que no se registraba su existencia. Se perseguía (y persigue) a los putos. A las mujeres no porque todos suponían (y suponen) que menos unas pocas excéntricas, todas las demás estaban en sus casas cocinando para los maridos. Históricamente, para los Estados, los putos a la cárcel, las tortas (cuando encontraban una) al manicomio. Ambas posibilidades han generado un estigma que aún hoy, con leyes y todo, es difícil combatir. Hay una cuestión de base que trasciende las disposiciones de las dictaduras de turno y que tienen más que ver con los lineamientos del patriarcado como concepción social y política y del machismo como su brazo ejecutor. 



Del cuestionario de Luana Almirón


Como persona del ámbito teatral, ¿crees que las obras que contienen personajes trans u homosexuales siguen teniendo reiteradamente códigos de representación estereotipados? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué piensas en relación a esto?

Creo que ocurre eso que planteás, pero también está ocurriendo lo otro, es decir, obras, películas y novelas que muestran a las minorías sexuales con más fidelidad a su "ser humanos". Pero, sí, hay una histórica tendencia a representar, sobre todo a los gays (las demás minorías sexuales han demorado mucho más en llegar a las tablas) como "maricones". El "maricón" estereotipado al máximo, cuando está en un escenario o en una pantalla, divierte y por eso no asusta. Se trata, por supuesto, de la manifestación de la hipocresía imperante: la misma persona que se ríe en un teatro por las ocurrencias del "maricón", si lo ve en la calle es posible que lo insulte, lo ignore o lo desprecie de una manera u otra. Claro, en un escenario las situaciones se escudan en la ilusión: lo que ocurre allí no es verdad, y por eso puedo reírme, o emocionarme llegado el caso. De todos modos, esto viene de la mano de una concepción histórica acerca de la homosexualidad que muchas veces se emparenta con lo del "fenómeno de circo". Está mal ser "maricón", el "maricón" provoca horror, pero podemos pagar una entrada para verlo, como si operara una suerte de curiosidad morbosa. Es una realidad que lentamente va cambiando, acompasada a los avances sociales. Pero no hay que olvidar que si los "maricones" siguen apareciendo en el teatro para ser objeto de burla es porque de fondo quizás no se ha avanzado tanto.
El arte siempre es expresión y "termómetro" de la realidad social. En este momento conviven en las tablas ambas visiones en todo el mundo.

Personalmente, ¿qué fue lo que te impulsó a empezar a escribir obras que dieran visibilidad a la diversidad sexual? 


La necesidad de hacer mi aporte al debate y a la discusión. Mi activismo, en esos temas, pasa casi exclusivamente por el arte. Me he ido decantando a una visión más feminista y antipatriarcal en mi teatro, porque durante la investigación para "SEIS, todos somos culpables", el concepto de base con el que me daba de frente una y otra vez era ese: patriarcado y machismo. Violencia de género. Odio a la mujer. En lo siguiente que escribí, "Tal vez tu sombra", los personajes son todos gays, pero no son "maricones" ni se dice nunca la palabra "gay", ni ninguna otra para referirse a los gays, porque, justamente, quería alejarme lo más posible del estereotipo. "Tal vez tu sombra" muestra una historia que le puede ocurrir a cualquiera, y lo hago con personajes gays, en un intento de "naturalizar" los vínculos y de mostrar realidades más íntimas. Luego vino "Día 16", específica sobre la violencia hacia las mujeres. Después "La bondad de los extraños" sobre la mutilación genital femenina, los hospicios de mujeres y la necesaria revisión de los iconos populares y modelos de femineidad (en este caso Blanche Dubois, de "Un tranvía llamado deseo", y todo lo que representa), muchas veces responsables involuntarios de un concepto, una idea generalizada acerca de lo femenino y la hombría. Y ahora "El mar", en la que elaboro una poética de la sororidad, es decir, la fraternidad de mujeres, usando como punto de partida una anécdota real protagonizada por mujeres israelíes y palestinas. Considero que el rechazo a la homosexualidad y a todas las minorías sexuales esconden de fondo el odio a la mujer, así que estoy intentando escribir mujeres que resistan los estereotipos para ayudar al empoderamiento. Esa es mi loca idea. Si lo logro o no, el tiempo lo dirá. Pero sospecho, y por eso escribo lo que escribo, que si se logra empoderar a la mujer y generar respeto por sus existencias, los problemas de las minorías sexuales se van a reducir a la cuarta parte.

¿Qué te llevo a plantear en tu obra una crítica a los estereotipos?

Bueno, que, justamente, el estereotipo plantea una visión sesgada y, la mayoría de las veces, mentirosa. El estereotipo es una idea, una entelequia, no es la realidad y no la representa. Y para comenzar a trabajar por los derechos, seguramente se deba empezar por desmontar los preconceptos, los prejuicios que vienen de una idea equivocada que, muchas veces, se manifiesta en esos estereotipos. El escenario es un lugar muy poderoso y ocurre que a veces los estereotipos presentados en él adquieren estatus de "cosa probada". Es peligroso. El estereotipo, hoy más que nunca dada la avanzada del conservadurismo, es muy peligroso porque da un mensaje equivocado que, para peor, es pasible, para bien y para mal, de ser interpretado y re-interpretado por el espectador.

¿Crees que a pesar del avance en la historia uruguaya, todavía hay una escasa producción de obras con personajes trans u homosexuales? Si tu respuesta es afirmativa, ¿cuál es, a tu criterio, el motivo?

Sí, hay poca producción. Por varios motivos, creo. Por ejemplo que los prejuicios siguen ahí, tan campantes, frenados apenas (según el ámbito)  y casi con exclusividad por la necesidad de ser políticamente correctos. Lo de ser políticamente correctos tiene costados buenos, como por ejemplo el cuidar de no herir al otro, pero también malos, como una pérdida del humor por, justamente, el miedo a lastimar, herir, sufrir condena social o, directamente, caer en algún delito (acoso, discriminación, abuso). Yo no me opongo a que aparezcan, según el contexto de la obra o la película,  "maricones" muy “plumíferos” en las obras, para nada. El humor es el humor. La cuestión es que falta educación en torno al tema para que quede claro que eso que se muestra es un chiste y no necesariamente representa la realidad. ¿La realidad? Sí, el hecho irrefutable, entre otras cosas, de que hasta el maricón más plumífero o la torta más camionera tiene las mismas necesidades básicas que vos, yo y cualquiera: amar y ser amado, llegar a fin de mes, pagar las cuentas, comer, divertirse, vestirse, ir al baño. La tendencia histórica es representarlos como seres agresivos que sólo piensan en el sexo.        El
prejuicio en sí mismo, diríamos, salido del miedo. Si yo, aún inconscientemente, considero que ser gay o trans o lo que sea está "mal" o es expresión de trastornos mentales, difícilmente incluya a uno en mi obra. Y si lo hago lo más probable es que lo estereotipe, que es como uno pasa por encima el miedo a lo desconocido: poniéndolo en un marco rígido para que no se escape.  Hay de todo, por supuesto. Ahí están “La jaula de las locas”, “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” o "El beso de la Mujer Araña", que demuestran que hasta la mariconada más maricona tiene potencial dramático, y yo, personalmente, celebro esas historias, porque han abierto caminos de creación. Pero el estereotipo es, en general, un marco rígido y sin aristas: es eso que se ve y nada más. Falta mucha educación, eso es lo que pasa. Y faltan señales claras por parte del Estado. Es el Estado el que se tiene que ocupar de la educación de la población para erradicar la discriminación. No alcanza sólo con promulgar leyes, porque la ley en sí misma no ataca el problema de base. La ley impone visiones, justas o no, pero no cambia la forma de ver y pensar. Al menos no en el corto plazo. Y, mientras, la discriminación existe, el asesinato existe, el bullying existe. Y seguimos viendo "maricones plumíferos" en los escenarios o las pantallas que lo único que son es "maricones plumíferos" y que muchas veces dan el mensaje de que ser gay es ser "maricón plumífero", cuando los gays, y cualquiera, pueden ser eso y muchas otras cosas más. En cualquier caso, y para resumir, el estereotipo tiende a negar la realidad. Y estamos en momentos en que se necesita conocer la realidad para poder trabajar en ella y solucionar los problemas y las inequidades.

Fernando Rodríguez Compare,
director de la versión uruguaya.