Hace un par de
semanas escuché al jefe de policía de Montevideo, creo, comentando que la
instalación de las cámaras de seguridad en Ciudad Vieja había disminuido los
robos en ese barrio y que eso se debía a que los ladrones e indeseables se
habían mudado a otros barrios sin cámaras de seguridad. Y ahí entendimos todo:
hace unas semanas que mi barrio está poblado de gente extraña. Gente rarísima.
Pero lo más raro de
todo son las conversaciones que se escuchan de un tiempo a esta parte, porque
esta gente extraña se sienta en la vereda frente a mi balcón y acostumbra a
hablar muy fuerte. Y ahí me enteré de lo de Adrián, pobre.
La primera vez que lo
escuché nombrar fue porque una mujer le dijo a otra: “Chinchón, ¿vos querés que
te lo diga a la cara? Te lo digo”. Me quedé con pena de no saber cómo se
llamaba la que hablaba, pero la destinataria de la pregunta era “Chinchón”. En
fin, la cosa es que le dijo esto: “Chinchón, ¿vos querés que te lo diga a la
cara? Te lo digo: yo me cogí al Adrián. Pero no dos veces, tres veces, no, una
vez sola y él se hizo el drogado”. Yo, en ese primer momento, no entendí la
lógica de la situación, pero luego de la pelea que siguió a eso, porque
Chinchón se puso hecha una furia y empezó a gritar como poseída, se me ocurrió
que Adrián, seguramente, era el novio de Chinchón pero le tenía ganas a la otra
y se hizo el drogado para tener una excusa que endilgarle a Chinchón si ésta se
enteraba. Y se enteró, claro, si se lo dijo la otra, así, tan pancha. La cosa
es que Chinchón se puso a despotricar (no voy a reproducir los epítetos acá),
le propinó unas buenas patadas al contenedor de basura y se fue hecha una
furia. En definitiva, una lady, Chinchón, porque podría haberle encajado las patadas a la otra, pero no, se fue. Mientras, la otra le gritaba que peor sería que ella, que era la amiga, no
se lo dijera. También se me escapó la lógica de esa afirmación. Vamos, díganme si no es una clase de lealtad de lo más bizarra. Al fin y al
cabo, por lo que se podía entender, todo el asunto se trataba de un clásico
caso de cuernos entre novio pizpireto y amiga de la novia. Y la novia era
Chinchón que, a la luz de las cosas que vociferaba mientras se alejaba calle abajo, no estaba
para nada feliz con su destino de cornuda. Lo que me quedó por saber fue si la otra también estaba o se había hecho la drogada para poder encamarse con Adrián. En fin...
Lo siguiente que
supe, días después, es que Chinchón no sólo había mandado a Adrián al cuerno,
sino que además había ido a hablar a la pensión de la ex amiga para que la
echaran a la calle, por deshonesta y mala amiga. No sé si habrá logrado su
cometido, pero eso comentaban dos mujeres, para quien quisiera oírlo, sentadas
frente a casa. Así como les cuento. Ahí me enteré que la ex amiga se llamaba María
(la María). Parece ser que María fue a reclamarle a Adrián que por su culpa
Chinchón había hecho eso de ir a hablar mal de ella a la pensión, pero, por lo que
comentaban estas otras dos a las risas, Adrián se había hecho el que no sabía
nada y que aún no entendía de dónde había sacado Chinchón que él se había
acostado con María. Cualquiera diría que Adrián es, sin lugar a dudas y a todas luces,
un bandido, pero ahí parece que andaba, todo desconcierto, real o fingido, el
pobre.
La parte más
dramática fue unos días después de lo anterior: las mismas dos mujeres que
comentaban lo divertido del caso de Adrián y sus enredos de polleras, le
reclamaban a Chinchón que por culpa de ella le habían encajado un buen par de
puñaladas a Adrián. Nunca explicaron cuál fue la situación, los culpables, ni el motivo del ataque, pero
estaban furiosas con Chinchón, así que no sólo no le dieron el cigarro que ella
les pidió y que motivó la charla, sino que además la echaron a cajas
destempladas y le prohibieron por siempre jamás volver a dirigirse a ellas
mientras además le informaban que estaban juntando plata para llevarle a Adrián
al Maciel, “¡por tu culpa, por tu culpa!”. Más patadas al contenedor e insultos. Por lo que pude entender Adrián se
estaba recuperando, gracias a Dios, y allí, en el Maciel, estaba a salvo, al
menos por ahora, de Chinchón, María y toda la otra gente, tan dada a las
puñaladas. A mí me preocupa lo que pueda pasarle cuando le den de alta, porque si Adrián es muy de hacerse el drogado para tener sexo, no dudo que cause resquemores a diestra y siniestra. ¿Qué tal? Mi barrio es muy pintoresco, ¿verdad?
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