Mi obra "Seis, todos somos culpables" está haciendo, de la mano del director venezolano Pablo Andrade y un maravilloso grupo de actores, un recorrido más que interesante en EEUU, donde se ha ganado ya varios premios, incluido uno para mí a mejor texto del festival Fuerza Fest. Pero también ha cosechado premios a mejor actriz, actor, espectáculo y director, no sólo en el mencionado festival, sino también en los premios otorgados por HOLA (Hispanic Organization of Latin Actors) y, por si fuera poco, hace unos días obtuvo nominaciones para los ACE Awards (Asociación de cronistas del espectáculo de Nueva York), que se entregan en el 2018. Todo es muy fuerte y me hace sentir muy orgulloso. Quería compartir aquí, y a la luz de lo que está pasando con "SEIS", fragmentos de entrevistas que me realizaron estudiantes de la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático) que, hace unos meses, debieron presentar un trabajo escrito sobre la puesta original de la obra en Uruguay. Estos jóvenes me pusieron a pensar sobre las cosas que ocurrieron en torno a la obra en mi país y sobre lo que a mí, como creador, me pasó y sentí mientras la escribía. Muchas gracias a ellos, porque me obligaron a revisar mi proceso. Estamos en un momento de nuestro país en el que el embate de los conservadores se pone más agresivo cuantos más avances hay en materia de derechos. Así que me ha servido lo de responder a las preguntas para refrescar, en mí mismo, ciertos conceptos. Cuando la obra se estrenó a principios del 2014, lo hizo como un grito colectivo que pedía justicia por las chicas trans asesinadas entre el 2012 y el 2013, pero pedía también solidaridad y empatía. El reclamo sigue vigente, porque a pesar de los avances legales, falta justicia, falta solidaridad y falta empatía. Y sólo uno de los seis asesinatos fue resuelto. En fin... Traté de elegir entre las muchas preguntas que me hicieron cada uno, de manera de no repetir conceptos. Comparto algunos afiches que usamos, algunos promocionales y también el afiche de la puesta en Nueva York. Y aprovecho para homenajear a actrices, actores y director de la puesta original a través de algunas de las fotos de Alejandro Persichetti, porque sin ellos, esto que está ocurriendo jamás hubiera sido posible.
Del cuestionario de Natalia Pintos
Con respecto al armado de la obra escrita, ¿qué lo
impulsó a escribir "6seis, todos somos culpables"?
En el 2010-2011, con Fernando Rodríguez Compare,
veníamos conversando sobre una evidente escalada del conservadurismo como
respuesta al activismo LGBTQI, y decidimos que teníamos que hacer claro
activismo desde el teatro. Eran años en los que se comenzaba a discutir
seriamente la ley de matrimonio igualitario, al mismo tiempo que se
popularizaban palabras como "bullying" y empezaban a sonar en los
medios otras como "homofobia" y "transfobia". Nuestra
primera intención fue conseguir los derechos de unaobra norteamericana,
"The Laramie Project" (El proyecto Laramie), sobre el asesinato, en
1998, del joven Matthew Shepard, apaleado y atado a una cerca en Laramie, una
pequeña ciudad de EEUU. Un crimen de odio: fue asesinado por ser gay. Pero los
derechos de la pieza estaban muy fuera de nuestro alcance, y cuando pensábamos
qué hacer, en marzo del 2012, muere en Chile Daniel Samudio en condiciones
similares a las de Shepard. Comenzamos nuestras pesquisas y estábamos por irnos
a Chile a investigar in situ cuando en Uruguay comienzan los asesinatos de
chicas trans. Ante este hecho, decidimos quedarnos y tratar ese tema
específico. La cuenta, a diciembre del 2013 era de seis chicas trans
asesinadas. La obra estrenó en febrero del 2014 y para ese entonces la cuenta ya
era de siete, porque había sido asesinado también un chico trans, pero como nos
concentramos en los primeros seis casos, las chicas, la obra se llamó
"SEIS, todos somos culpables". Básicamente, lo que nos llevó a este
trabajo fue nuestra necesidad de dar respuesta, desde el arte, a eso que
ocurría, y ocurre, en nuestra sociedad.
¿Qué aspectos tuvo que tener en cuenta para el armado de la misma? Me refiero a aspectos tales como tener cuidado de hablar de temas en particular, como plantearlos en el texto y todo aquello que usted considera un "obstáculo" a superar.
Fue un trabajo que empezó un par de años antes de
que los textos de "SEIS" vieran la luz. Porque con Fernando
comenzamos a prepararnos leyendo mucha teoría, historia de la homosexualidad y
sus manifestaciones en los distintos ámbitos y épocas, estudiar mucho sobre
homofobia y transfobia, y ese fue un proceso que hicimos mientras nos
planificábamos para tratar el caso de Chile. Luego, cuando decidimos tratar los
casos uruguayos, se trató de contactar a referentes LGBTQI, a personas
allegadas de una manera u otra a las víctimas y relevamientos
exhaustivos de la prensa. Estas últimas instancias de la investigación
previa la hicimos junto con los actores, aún sin tener el texto y sin tener muy
claro cuál iba a ser la forma de nuestro espectáculo. Lo primero que tuve que
aprender fue a dejar de lado mi dolor por todas esas situaciones, porque, quedó
claro desde un primer momento, afectaba mi ecuanimidad. Mis primeros intentos
de escritura fueron claramente sesgados y, por momentos, hasta vengativos
respecto a los asesinos, lo cual,
también quedó claro rápidamente, empañaba el mensaje que queríamos dar. Después
tuve que tener en cuenta todo lo aprendido en los libros acerca de la
homosexualidad y la homofobia y transfobia para, de una manera u otra,
incluirlo en la pieza sin dar la sensación de estar dando clase. Le huimos al
didactismo todo el tiempo, aunque en el prólogo a la obra hay un número de
comedia donde se cuentan, humorísticamente, las distintas teorías acerca de la
homosexualidad. También hubo que tener mucho cuidado con algunos de los
aspectos de los asesinatos que queríamos contar, porque muchos de ellos fueron
relatados a nosotros en régimen de confidencialidad. Además quisimos incluir
las visiones de los actores acerca del tema, por lo que se trabajó mucho con
ellos para llegar a ideas claras acerca de los sentimientos de todos que,
luego, volcamos en el texto y la puesta. "SEIS" es un trabajo
orgánico, texto, puesta y dirección de actores fueron surgiendo juntos, como un
exprimido del trabajo de todas las partes involucradas. Se puede decir que
trabajé con dos dramaturgistas (el propio Fernando y Alicia Dogliotti), que me
ayudaron, todo el tiempo, a no perder de vista el fondo filosófico del tema y
su tratamiento, mediante consejos y sugerencia de lecturas, películas y
músicas.
¿Considera que son necesarias más obras referentes
a este tipo de teatro de acuerdo al contexto en el cual estamos viviendo?
Sí, son necesarias. De hecho, muy necesarias. El
avance del conservadurismo (o neo-conservadurismo) es realmente preocupante.
Todos los días leemos acerca de manifestaciones en contra de los logros en
materia de derechos de las minorías sexuales: encendidos discursos en contra de
la ley de matrimonio igualitario, marchas en contra de enseñar ciertas cosas en
los centros de estudio, diputados que dicen que si ganan las elecciones van a
poner en cuestión toda la agenda de derechos, la llegada al parlamento de
portavoces de iglesias evangélicas recalcitrantes y diferentes voces de
diferentes partidos que suman confusión al intercambio de ideas insinuando o
diciendo directamente que los derechos que se les dan a, por ejemplo, los gays,
son derechos que le quitan a los heterosexuales o, como les gusta decir, los
"normales", cosa que es una flagrante mentira. Entonces creo que sí,
que hay que trabajar estos temas en el arte, porque si bien es cierto que el
arte no va a cambiar al mundo, sí tiene el poder de remover las conciencias y
propiciar la reflexión.
¿Qué tipo de investigaciones utilizó para encarar
la obra? ¿Realizó entrevistas con las familias de las víctimas involucradas en
donde usted basa su proyecto? En el caso de que la respuesta a esto último sea
afirmativa, ¿podría contarme como le resultó la experiencia y qué aspectos le
llamaron la atención de la misma?
Como te dije, implicó mucha lectura de estudios
psicológicos, filosóficos e históricos en torno a la homosexualidad y la
transexualidad. Consultas con distintos psicólogos (por lo menos tres y en
diferentes instancias del trabajo). Las trans asesinadas, menos una, no tenían
contacto con sus familias, pero pudimos hablar con allegados. Y hablamos mucho
con una referente LGBTQI, Collette Spinetti, que en su momento fue algo así
como la representante y acompañante de la madre de una de las chicas
asesinadas, único caso en el que estuvimos cerca de un familiar de una de las
chicas. Y a eso hay que agregarle el trabajo sobre mí mismo. La verdad es que
fue un proceso muy duro. Si bien yo mismo padecí mucho acoso escolar (en la
escuela y el liceo), hay realidades que superan con creces cualquier cosa que
uno pudiera haber vivido. Fue muy doloroso tomar conocimiento del nivel de
indefensión y desprotección en el que viven algunas personas. Me obligó a
revisar mi historia y poner en cuestión algunas cosas que sentía respecto a
cosas vividas. Ante la magnitud de la injusticia contra la que han tenido que
batallar algunas personas, lo que yo viví, de pronto, me pareció casi
irrelevante. Yo tuve una familia que, con aciertos y errores, me apoyó y me
cuidó. Estas mujeres asesinadas de las que se ocupa "SEIS" no
tuvieron a nadie y terminaron, valga la pena la obviedad, muertas. Murieron
asesinadas, claro, pero de fondo lo que ocurrió es que murieron de soledad: no
hubo familia para apoyar y sostener y, quizás peor, el Estado ni se enteró de
su existencia hasta que no las tuvieron en un expediente penal con certificado
de defunción. E incluso entonces la prensa y el propio Estado las negaron
llamándolas con sus nombres de nacimiento, tratándolas de
"travestis", "trabajadores sexuales", etc, etc. Darte
cuenta de esas cosas te cambia la manera de ver tu propia historia y el mundo.
¿Considera que esa obra marcó un antes y un después
en su vida?
Sí, absolutamente. Ya lo dije, pero lo aclaro: esta
obra me obligó a poner en cuestión la percepción de mi propia experiencia.
Marcó el fin de una etapa en lo personal y humano, y el comienzo de una nueva,
que se manifiesta, me parece, sobre todo en mi "yo creador". Desde
"SEIS", mi estilo y temas de trabajo adhieren con claridad al
feminismo y tocan la denuncia como es el caso de "Día 16", "La
bondad de los extraños" y, la más reciente, "El mar". También hay
activismo LGBTQI en mi obra "Tal vez tu sombra", donde se busca
contar una historia en la que, a ojos del espectador, se
"naturalicen" los vínculos homosexuales. Los protagonistas de esta
obra son todos gays, pero la palabra "gay" ni ninguna de sus parientes
aparecen jamás en la obra, porque no eran importantes a la hora de contar la
historia que quería contar.
Al momento de ver la representación realizada por
el director Fernando Rodríguez Compare, cuál fue su primera sensación?
¿Imaginaba ese tipo de representación de su texto, o se quedó con ganas de más?
Bueno, en realidad, como participé de todo el
proceso y fui a muchos ensayos, lo que el estreno significaba era más bien la
puesta del punto final. Así que luego del estreno me sentí aliviado más que otra
cosa. No me llevé ninguna sorpresa aparte de la respuesta del público. Luego nos quedamos muy contentos por las repercusiones de la obra porque nos
dimos cuenta de que estábamos logrando el cometido que nos habíamos propuesto:
ampliar conciencias, hacer empatizar al público con las historias en torno a
las asesinadas y, por extensión, con las propias asesinadas, y provocar una
reflexión general en torno a las cuestiones de derechos humanos para las
minorías sexuales.
Sé que no fue la primera obra suya que
representaron, pero, quisiera preguntarle algo que me llama mucho la atención:
¿cómo es la primera reacción de Federico Roca como espectador después de ver su
material sobre el escenario? Me refiero a cualquier tipo de material, no
solamente con esta obra. En niveles generales, ¿siempre se lleva buenas
impresiones sobre las representaciones de sus trabajos o hubo alguna vez en que
fue "decepcionado"?
Es difícil esta pregunta. Decepcionado creo que
nunca. Sí he pensado que, quizás, yo hubiera hecho alguna cosa de alguna otra
manera. Pero soy un escritor que, menos en el caso de "SEIS", trata
de involucrarse lo menos posible en los procesos de puesta de las obras. Si me
llaman, estoy, por supuesto, participo si me lo piden. Pero entiendo que no es
bueno para el director ni los actores, la presencia del escritor en los
ensayos, porque el escritor condiciona, puede llegar a generar culpas o
incomodidades. Así que en general opino si me piden opinión. Y no voy a los
ensayos. El teatro, como lo veo yo, es una cuestión colectiva, y creo
firmemente que, como escritor, debo dejar espacio para que el otro cree a
partir de mi creación. El texto no debería ser tirano y, por ende, tampoco el
escritor. Si pensara eso, dirigiría mis propias obras, pero no soy director.
Por supuesto, esto involucra un riesgo muy grande: pueden llegar a hacer
cualquier cosa con un texto mío. Es por eso que en los últimos años me he acotado
a un grupo muy pequeño de directores aquí en Uruguay, gente a la que le tengo
toda la confianza y con la que, gracias a los años de trabajo en conjunto,
sobran las explicaciones a la hora de entregarles un texto. Pensá que, sin
contar mi trabajo en el medio audiovisual, "El mar", que estrené este
año, es mi obra estrenada número 13. En el caso de mis directores de confianza, me
conocen tan bien a mí como escritor y persona, que no hemos tenido, jamás, un
problema. Al contrario, su trabajo hace lucir mis textos. No estoy contando las
muchas puestas de mis textos en el exterior, donde, aunque quisiera, no podría
tener control sobre lo que ocurre en el escenario y mis textos. Pero he sido
afortunado en eso y no tengo quejas. Sí me ha pasado, por ejemplo, de un
director que quiso cambiar el final de una de mis obras y lo discutimos mucho y
terminé aceptando su visión, porque me parecía válida independientemente de lo
que yo pensara. Uno debe manejarse con cierta coherencia. Yo mismo he hecho
adaptaciones de Shakespeare donde para nada tomé en cuenta lo que el pobre
William pudiera tener que decir al respecto. Si bien tener al autor vivo es a
veces una ventaja, trato de comportarme como un autor muerto. Lo justo es
justo. Igual estoy en proceso de modificar esa conducta y ver la manera de
involucrarme más en las puestas, sin coartarle la libertad a nadie.
A los personajes, al verlos en la representación de
Fernando, ¿los imaginaba así? Sé que la respuesta va a ser que no porque la
imaginación es un disparador absolutamente personal, pero a lo que voy es que
si dentro de lo que usted imaginaba como personaje tal, en la obra, ¿lo deja
conforme o no?
Los imaginaba así porque los imaginamos juntos,
Fernando, el actor o actriz y yo. Mi trabajo fue poner en papel lo que nos
imaginábamos juntos. Adaptar la idea a la sensibilidad del actor o actriz. Desde ese punto de vista quedé más que conforme, porque, luego de que los
textos estuvieron listos, cada actor pudo ser muy personal en cada texto que le
tocó. Fue una fiesta para todos. Una fiesta trabajosa, dolorosa, extenuante,
pero fiesta al fin.
¿Cuál considera que fue el disparador principal
para encarar este trabajo?
El peligroso avance del conservadurismo y sus
manifestaciones extremas, como el asesinato.
Al momento de ver la obra, ¿se vio reflejado usted
mismo (en aspectos generales) con algún personaje de la obra?
De hecho yo estoy en la obra. Mi propia historia
está contada en la obra. Aparece mi madre y aparezco yo. Son dos de los
primeros personajes. Esto no fue capricho mío. En todos los trabajos previos,
una de las propuestas del director fue que cada uno escribiera su historia vinculada
a la homosexualidad. Yo conté la mía y luego Fernando decidió que esa historia
tenía que formar parte de la obra porque retrataba muy bien lo que ocurre en
algunas familias. Fue muy loco para mí escribirme y ficcionarme y fue muy
demencial escribir a mi madre. Como detalle anecdótico te cuento que mi madre,
alertada por mis hermanos de que aparecía en la obra y en ese contexto, demoró
mucho tiempo en ir a verla. Y cuando fue, lo hizo con mucha reticencia. Le encantó la obra y la experiencia fue muy sanadora para ambos.
¿Suele ser un profesional al cual le influyen de
alguna manera u otra las críticas a su trabajo?
Añadir leyenda |
Depende de la crítica. Hay críticas bien
intencionadas y hay de las otras. Yo recibo todo siempre con mucho respeto,
pero pongo distancia. No me amargan las malas críticas. Sí me dolían al
principio de mi carrera como dramaturgo. Pero después aprendés que una crítica
es la visión de una persona y, como tal, es respetable pero uno elige si la
toma en cuenta o no. Igual he crecido con algunas críticas. Hay críticas que te
hacen reflexionar. Sobre todo cuando están fundamentadas. Tengo un par de
lectores "calificados" que leen casi todo lo que escribo antes de
sacarlo al ruedo y tomo muy en cuenta sus opiniones, porque yo las pido y porque
son de gente de mi confianza a los que respeto muchísimo. Fernando, por
ejemplo, lee prácticamente todo lo que escribo y me opina sin pelos en la
lengua, y yo agradezco mucho eso. También Alicia Dogliotti, o mi esposo,
Martín, y nuestra hija, Emilia, que son muy honestos conmigo también. Busco hacer
eso mismo en las oportunidades en las que otros autores me buscan para que
opine sobre lo que escribieron o están escribiendo, o cuando me convocan como
"coach" de dramaturgia o para que haga un “acompañamiento creativo”
de un proceso de escritura. Ayudar, orientar, apoyar, abrir puertas
sensoriales, estar ahí, porque el proceso creativo es una materia muy frágil
que hay que cuidar mucho.
En el libreto aparece claramente un número musical
que es con el cual abre el espectáculo, mi pregunta con esto es, ¿está conforme
con cómo se presentó a los personajes en el mismo?
Sí, muy conforme, porque la idea era abrir con
humor y mostrando, desde la parodia, lo que la población LGBTQI vive a diario:
la discriminación, las burlas, la incomprensión, los insultos. El principio de la
obra es paródico y, como tal, funcionó perfectamente. Además de que el principio de la obra es un guiño buscado al trabajo de las “drag queens”.
Personalmente, ¿considera que fue una buena
elección de actores para encarar estos personajes?
Sí, muy conforme también. Un elenco soñado para esta
obra, conformado por Alicia Dogliotti, Lucía García, Sebastián Cardozo, Nino Márquez, Anselmo
Hernández y Fernando Amaral. Divinos todos. Además, como el trabajo con ellos fue de
exactamente un año, hubo tiempo de llevar a todo el mundo hacia un
"estado" acorde con la visión de la obra y su puesta tomando en
cuenta los sentires de cada uno.
Lucía García |
Anselmo Hernández |
Fernando Amaral |
Viendo la repercusión del espectáculo, ¿hay algo
que le gustaría modificar del mismo?
Bueno, ahí es cuando el público tiene la última
palabra. La obra gustó mucho en general. Yo, personalmente, acortaría algunas
de las escenas. Pero funcionaba, y muy bien, así como quedó.
¿Alguna crítica que le haya llamado la atención?
Sí: se alzaron algunas voces diciendo que la obra
era panfletaria. Lo cierto es que la obra era de todo menos panfletaria. La
obra mostraba historias, pero no opinaba directamente sobre ellas. Es decir: la
obra nunca te decía qué pensar acerca de lo que estabas viendo ni te daba clase.
Eso es lo que, específicamente, hace que la pieza no sea panfletaria. Alguna
vez me dijeron que sólo poníamos la visión de los afectados, que sólo nos
poníamos en el lugar de las víctimas, es decir, las asesinadas. Bueno, no es
tan así, porque de hecho las asesinadas no aparecen en toda la obra, sólo al
final y para decir una frase muy metafórica cada una (en una obra que duraba
una hora y media). Más bien nos ocupamos de cómo afectaron las muertes en los
que quedaron vivos: padres, amigos, vecinos... Pero, de todos modos, ¿debía
ponerme en el lugar de los asesinos? ¿Por qué? No hay justificación para el
asesinato. El asesinato está mal. Siempre. Y lo que es panfletario es la muerte
en sí misma. El asesinato es panfletario, porque no pide la opinión del
asesinado. Pero no lo que nosotros hicimos. Mi conclusión fue, y lo confirmé
cuando el estreno de "Día 16" (sobre la violencia de género) que esos
comentarios eran, en realidad, una manifestación del conservadurismo, con su
desprecio específico por lo trans.
Del cuestionario de
Manuel Umpiérrez.
¿Crees que la obra logró su cometido reivindicativo?
Nino Márquez |
Sebastián Cardozo |
Alicia Dogliotti |
¿Encuentras alguna relación entre el fenómeno
dictatorial, su ruptura y la concepción de diversidad sexual actual ?
Bueno, la dictadura uruguaya fue una gran negadora
y persecutora de las diversidades sexuales, poniendo en ello mucha saña y violencia. Por eso,
entre otras cosas como la histórica omisión del Estado, hoy se discute en el
parlamento la "Ley integral trans". La ruptura del régimen
dictatorial lo que provocó fue una mayor libertad de expresión y discusión, pero aún así las razzias fueron una realidad hasta entrados los 90. Y si bien las
organizaciones LGBTQI se mueven con creciente visibilidad desde fines de los 80, la ley
del matrimonio igualitario se aprobó recién en el 2013. Es decir: el Estado no
ha movido, en realidad, un dedo. Los logros se han concretado por el activismo
y la presión social de los colectivos, que hicieron que el Estado no pudiera
seguir negando la realidad. El Estado ha respondido al activismo, pero no ha
tenido la iniciativa nunca, porque siempre ha creído que los gays y los trans
lo son porque quieren. Sigue habiendo gente que cree que se es gay porque se
quiere serlo o que la homosexualidad se contagia por visionado, es decir, si
sos una niña y ves a dos mujeres besándose, ¡zas!, lesbiana en puerta. Sigue
habiendo ignorancia y lo cierto es que el Estado promulga leyes pero no se
ocupa de la educación. No hay una verdadera política de Estado respecto a las
minorías sexuales, frenado, muchas veces, por los lobbies conservadores. Se dan
eventos aislados, una ley, dos leyes, poco más. La diferencia con el régimen
dictatorial es que ahora la diversidad está empezando a mostrar el alcance de
su "diversidad". Antes eran la gente común y los putos. Y no digo las
lesbianas, porque, ley del patriarcado, las mujeres no tienen derecho ni a ser
lesbianas, así que no se registraba su existencia. Se perseguía (y persigue) a
los putos. A las mujeres no porque todos suponían (y suponen) que menos unas pocas excéntricas, todas las demás estaban en
sus casas cocinando para los maridos. Históricamente, para los Estados, los
putos a la cárcel, las tortas (cuando encontraban una) al manicomio. Ambas
posibilidades han generado un estigma que aún hoy, con leyes y todo, es difícil
combatir. Hay una cuestión de base que trasciende las disposiciones de las
dictaduras de turno y que tienen más que ver con los lineamientos del
patriarcado como concepción social y política y del machismo como su brazo
ejecutor.
Del cuestionario de Luana Almirón
Como persona del ámbito teatral, ¿crees que las
obras que contienen personajes trans u homosexuales siguen teniendo
reiteradamente códigos de representación estereotipados? Si la respuesta es
afirmativa, ¿qué piensas en relación a esto?
Creo que ocurre eso que planteás, pero también está
ocurriendo lo otro, es decir, obras, películas y novelas que muestran a las
minorías sexuales con más fidelidad a su "ser humanos". Pero, sí, hay
una histórica tendencia a representar, sobre todo a los gays (las demás
minorías sexuales han demorado mucho más en llegar a las tablas) como
"maricones". El "maricón" estereotipado al máximo, cuando
está en un escenario o en una pantalla, divierte y por eso no asusta. Se trata,
por supuesto, de la manifestación de la hipocresía imperante: la misma persona
que se ríe en un teatro por las ocurrencias del "maricón", si lo ve
en la calle es posible que lo insulte, lo ignore o lo desprecie de una manera u
otra. Claro, en un escenario las situaciones se escudan en la ilusión: lo que
ocurre allí no es verdad, y por eso puedo reírme, o emocionarme llegado el
caso. De todos modos, esto viene de la mano de una concepción histórica acerca
de la homosexualidad que muchas veces se emparenta con lo del "fenómeno de
circo". Está mal ser "maricón", el "maricón" provoca
horror, pero podemos pagar una entrada para verlo, como si operara una suerte
de curiosidad morbosa. Es una realidad que lentamente va cambiando, acompasada
a los avances sociales. Pero no hay que olvidar que si los "maricones"
siguen apareciendo en el teatro para ser objeto de burla es porque de fondo
quizás no se ha avanzado tanto.
El arte siempre es expresión y
"termómetro" de la realidad social. En este momento conviven en las
tablas ambas visiones en todo el mundo.Personalmente, ¿qué fue lo que te impulsó a empezar a escribir obras que dieran visibilidad a la diversidad sexual?
La necesidad de hacer mi aporte al debate y a la
discusión. Mi activismo, en esos temas, pasa casi exclusivamente por el arte.
Me he ido decantando a una visión más feminista y antipatriarcal en mi teatro,
porque durante la investigación para "SEIS, todos somos culpables",
el concepto de base con el que me daba de frente una y otra vez era ese:
patriarcado y machismo. Violencia de género. Odio a la mujer. En lo siguiente que escribí,
"Tal vez tu sombra", los personajes son todos gays, pero no son
"maricones" ni se dice nunca la palabra "gay", ni ninguna
otra para referirse a los gays, porque, justamente, quería alejarme lo más posible
del estereotipo. "Tal vez tu sombra" muestra una historia que le
puede ocurrir a cualquiera, y lo hago con personajes gays, en un intento de
"naturalizar" los vínculos y de mostrar realidades más íntimas. Luego
vino "Día 16", específica sobre la violencia hacia las mujeres. Después
"La bondad de los extraños" sobre la mutilación genital femenina, los
hospicios de mujeres y la necesaria revisión de los iconos
populares y modelos de femineidad (en este caso Blanche Dubois, de "Un tranvía llamado deseo", y todo lo que representa), muchas veces responsables involuntarios de un concepto, una idea generalizada
acerca de lo femenino y la hombría. Y ahora "El mar", en la que
elaboro una poética de la sororidad, es decir, la fraternidad de mujeres, usando como punto de partida una anécdota real protagonizada por mujeres israelíes y palestinas. Considero que el rechazo a la homosexualidad y a todas las minorías sexuales
esconden de fondo el odio a la mujer, así que estoy intentando escribir mujeres
que resistan los estereotipos para ayudar al empoderamiento. Esa es mi loca
idea. Si lo logro o no, el tiempo lo dirá. Pero sospecho, y por eso escribo lo
que escribo, que si se logra empoderar a la mujer y generar respeto por sus
existencias, los problemas de las minorías sexuales se van a reducir a la
cuarta parte.
¿Qué te llevo a plantear en tu obra una crítica a los estereotipos?
¿Qué te llevo a plantear en tu obra una crítica a los estereotipos?
Bueno, que, justamente, el estereotipo plantea una
visión sesgada y, la mayoría de las veces, mentirosa. El estereotipo es una
idea, una entelequia, no es la realidad y no la representa. Y para comenzar a
trabajar por los derechos, seguramente se deba empezar por desmontar los
preconceptos, los prejuicios que vienen de una idea equivocada que, muchas
veces, se manifiesta en esos estereotipos. El escenario es un lugar muy
poderoso y ocurre que a veces los estereotipos presentados en él adquieren
estatus de "cosa probada". Es peligroso. El estereotipo, hoy más que
nunca dada la avanzada del conservadurismo, es muy peligroso porque da un
mensaje equivocado que, para peor, es pasible, para bien y para mal, de ser
interpretado y re-interpretado por el espectador.
¿Crees que a pesar del avance en la historia uruguaya, todavía hay una escasa producción de obras con personajes trans u homosexuales? Si tu respuesta es afirmativa, ¿cuál es, a tu criterio, el motivo?
¿Crees que a pesar del avance en la historia uruguaya, todavía hay una escasa producción de obras con personajes trans u homosexuales? Si tu respuesta es afirmativa, ¿cuál es, a tu criterio, el motivo?
Sí, hay poca producción. Por varios motivos, creo.
Por ejemplo que los prejuicios siguen ahí, tan campantes, frenados apenas
(según el ámbito) y casi con exclusividad por la necesidad de ser
políticamente correctos. Lo de ser políticamente correctos tiene costados
buenos, como por ejemplo el cuidar de no herir al otro, pero también malos,
como una pérdida del humor por, justamente, el miedo a lastimar, herir, sufrir
condena social o, directamente, caer en algún delito (acoso, discriminación, abuso).
Yo no me opongo a que aparezcan, según el contexto de la obra o la película, "maricones" muy “plumíferos”
en las obras, para nada. El humor es el humor. La cuestión es que falta educación en torno al tema para que
quede claro que eso que se muestra es un chiste y no necesariamente representa
la realidad. ¿La realidad? Sí, el hecho irrefutable, entre otras cosas, de que
hasta el maricón más plumífero o la torta más camionera tiene las mismas
necesidades básicas que vos, yo y cualquiera: amar y ser amado, llegar a fin de
mes, pagar las cuentas, comer, divertirse, vestirse, ir al baño. La tendencia
histórica es representarlos como seres agresivos que sólo piensan en el sexo. El
prejuicio en sí mismo, diríamos, salido del miedo. Si yo, aún
inconscientemente, considero que ser gay o trans o lo que sea está
"mal" o es expresión de trastornos mentales, difícilmente incluya a
uno en mi obra. Y si lo hago lo más probable es que lo estereotipe, que es como
uno pasa por encima el miedo a lo desconocido: poniéndolo en un marco rígido
para que no se escape. Hay de todo, por supuesto. Ahí están “La jaula de
las locas”, “Las aventuras de Priscilla, reina del desierto” o "El beso de la Mujer Araña", que demuestran
que hasta la mariconada más maricona tiene potencial dramático, y yo, personalmente,
celebro esas historias, porque han abierto caminos de creación. Pero el
estereotipo es, en general, un marco
rígido y sin aristas: es eso que se ve y nada más. Falta mucha educación, eso
es lo que pasa. Y faltan señales claras por parte del Estado. Es el Estado el
que se tiene que ocupar de la educación de la población para erradicar la
discriminación. No alcanza sólo con promulgar leyes, porque la ley en sí misma
no ataca el problema de base. La ley impone visiones, justas o no, pero no
cambia la forma de ver y pensar. Al menos no en el corto plazo. Y, mientras, la
discriminación existe, el asesinato existe, el bullying existe. Y seguimos
viendo "maricones plumíferos" en los escenarios o las pantallas que
lo único que son es "maricones plumíferos" y que muchas veces dan el
mensaje de que ser gay es ser "maricón plumífero", cuando los gays, y cualquiera, pueden ser eso y muchas otras cosas más. En cualquier caso, y para resumir, el
estereotipo tiende a negar la realidad. Y estamos en momentos en que se
necesita conocer la realidad para poder trabajar en ella y solucionar los
problemas y las inequidades.Fernando Rodríguez Compare, director de la versión uruguaya. |
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